• por Nandu Sahi

Hay muchas similitudes entre la relación con la práctica meditativa y una relación de pareja. Verá Usted:

Imaginemos que, en este artículo, la palabra “PERSONITA” es usada de manera indistinta para referirnos a la “meditación” o a la “pareja”.

¡Pues bien! Ahora imaginemos el supuesto.

Usted o quizás alguien más, conoce a una “PERSONITA” que le es totalmente indiferente e inclusive, siente cierto rechazo hacia ella. ¡Le cae mal! Juraría que, esa “PERSONITA,” no es para usted. La rechaza.

Al cabo de un tiempo, por asares del destino, resulta que, sobre esa “PERSONITA”,  ya no se siente indiferencia o rechazo. ¡Ahora resulta que comienza a ser atractiva! iniciándose una relación de amistad.

Después de un tiempo y con la convivencia con la “PERSONITA”, comienza a surgir cierta magia. Al grado tal, que surge el enamoramiento.

Pasados unos meses, la relación crece y se comienza a sentir un gran amor por la “PERSONITA”. De hecho, surge la pregunta: ¿Cómo pude vivir tanto tiempo sintiendo rechazo e indiferencia por esa “PERSONITA”? ¡Cómo he podido vivir sin ella! A partir de ese momento, se quiere hablar de la “PERSONITA” todo el tiempo y se quiere que todos la conozcan. De hecho, se prefiere sobre todo, estar el mayor tiempo con ella y hasta dejas de frecuentar a las viejas amistades y lugares, por darle preferencia a la convivencia con esa “PERSONITA”. Probablemente, otros que no entienden nada, ni la conocen bien, hablan mal de la “PERSONITA”, pero siempre se encontrarán maneras de defender a la “PERSONITA” amada. Y, en consecuencia y respuesta, sucede lo inevitable… ¡se casan! Se decide vivir eternamente con la “PERSONITA”.

Después de la luna de miel y de la convivencia diaria, la relación se vuelve monótona, fastidiosa y cae en el desánimo. Ya no se sienten las mismas maripositas en el estómago que se sentían antes.  La realidad comienza a develarse. Y, esa “PERSONITA” deja de ser tan atractiva como antes. La indiferencia regresa y muchas veces también el rechazo. Pues esa “PERSONITA” comienza a reflejar, a manera de fiel espejo, el verdadero rostro de la persona enamorada.

Sin asumir su responsabilidad, la persona enamorada decide romper esa monotonía y cotidianidad, que evidencia un desánimo o malestar en la relación. Se buscan nuevas experiencias y distractores: Trabajo, diversiones, alcohol, drogas, un(a) amante, etc. Se culpa al espejo de la sensación de malestar y se decide mejor romperlo. (En el caso de la “PERSONITA” llamada también meditación, se le substituye con nuevas experiencia holísticas, que regresen la sensación de placer y bienestar. Y con ello, las maripositas al estómago). ¡Muchas relaciones terminan en esta etapa o deciden vivir de esta lastimosa manera y de las apariencias: “amo a mi pareja” o “amo a la meditación”!

Quienes asumen su responsabilidad agradecen al espejo (la “PERSONITA”), la nitidez y la oportunidad de su reflejo. Dejan de culpar al otro y a su reflejo. Entonces, la oportunidad de verdaderamente crecer y de ser más consciente se actualiza. Ya no se vive en la fantasía e ilusión del efímero enamoramiento. En consecuencia, la relación crece, madura, se hace verdaderamente consciente. Se aproxima el enamorado a la realidad, a la verdad y al amor verdadero. ¡La “PAREJITA” se vuelve una verdadera oportunidad de despertar! Y muy bendecidos son quienes encuentran esa relación”.

¡Cultive su relación… llévela a niveles más altos!

Hago votos para que usted este viviendo una relación así y haya encontrado en esa “PERSONITA” el amor verdadero.

Nandu Sahi